MONITOREO DE AGROQUIMICOS BIOCIDAS

BIOS propondrá estrategias para la obtención de datos útiles para saber si estamos mejor o peor que antes.
(Pues un diseño analítico incompleto termina por impedir un adecuado análisis de datos).

Hemos solicitado una reunión con los responsables del área de Bromatología de la Municipalidad de General Pueyrredón, para plantear estrategias que permitan optimizar los resultados del Programa de Muestreo y Control de Agroquímicos y Contaminantes Microbiológicos en Productos Frutihortícolas Frescos.
Hace doce años, BIOS buscó relevar la residualidad de agroquímicos biocidas en los vegetales de consumo humano en el Municipio de General Pueyrredón, provincia de Buenos Aires. A través de toma de muestras bajo acta escritural, cadena de custodia y análisis en laboratorio certificado, los resultados fueron desalentadores. Especialmente comparados con las actas oficiales de SENASA que se acumulaban sin que nadie las lea, mes a mes, a lo largo de años, en un estante municipal, avisando a las autoridades que las muestras que ellos tomaban regularmente, daban mal. Y muy mal.
BIOS interpuso entonces una denuncia penal por presunto envenenamiento ante la Fiscalía Ambiental, ya que si el organismo encargado de estas cosas les avisó durante años a las autoridades municipales que mucha de la verdura y fruta a la venta era “no apta para consumo humano” y… nada sucedía, podía presuponerse una acción dolosa.
Esta denuncia generó una serie de interesantes reacciones, habiendo el Municipio reconocido públicamente que ese tema se les había pasado por alto por completo. Una de las acciones hija de esa denuncia fue la creación del Programa de Muestreo y Control de Agroquímicos y Contaminantes Microbiológicos en Productos Frutihortícolas Frescos, que anualmente toma muestras, las analiza, y obtiene valiosos datos.
BIOS en los primeros años del Programa, tuvo que acudir a presentaciones formales apelando a la Ley de Acceso a la Información pública ante el área Legal del Municipio para poder acceder a los resultados, entendiendo que eran resultados públicos, realizados con dinero público cuyos resultados afectaban directamente la salud pública en todos y cada uno de los habitantes.
Luego de un par de años de tener que repetir el arduo camino leguleyo, el Municipio finalmente nos facilitó los resultados de los estudios realizados, pero no el estudio original, sino datos extraídos de los resultados analíticos que el laboratorio remite.
Este año, luego de descubrir lo que debajo explicaremos, es que manifestamos que el método de obtener las muestras y sistematizar los resultados resulta inconveniente para saber si a fin del día, estamos mejor o peor que en 2013 en la calidad de nuestros vegetales de consumo diario.

Qué sucede hoy
En el último informe del “Programa de Muestreo y Control de Agroquímicos y Contaminantes Microbiológicos en Productos Frutihortícolas Frescos” del Departamento de Bromatología de la Municipalidad de General Pueyrredón recibido por BIOS, se hallan expuestos los resultados obtenidos de muestras reunidas desde febrero de 2013 hasta el 31 de diciembre de 2019 en general, y de las analizadas durante el 2019 en particular.
El Programa lleva analizadas desde su inicio, en busca de agroquímicos biocidas, un total de 2036 muestras de productos frutihortícolas, lo que evidencia la puesta en marcha de un engranaje logístico importante y costoso entre el municipio y el laboratorio al que se le encomendaron las tareas de análisis de las distintas matrices estudiadas.
Sin embargo, hemos notado a lo largo de los informes recibidos, que la manera en la que se realiza el muestreo y la forma de la presentación de los datos no permite obtener real provecho de esta iniciativa tan valiosa.
Explicamos debajo en detalle, con ejemplos extraídos de los informes oficiales, por qué decimos ésto, que nos lleva a concluir que es imposible saber si en estos años ha habido una mejora en la calidad e inocuidad alimentaria de los vegetales en venta en nuestro municipio.
Si el Programa ha sido creado como amenaza punitiva (que los productores teman una inspección inesperada con las consecuentes multas o destrucción de cultivos) resulta una sinrazón que ese cúmulo de información obtenida a través de tantos valiosos análisis, no pueda ser aprovechada para extraer conclusiones que permitan evaluar si, además del rol de vigilante, los habitantes accedemos a vegetales más sanos.

Por qué decimos esto
Según el informe, desde el año 2017, la proporción de muestras aptas para el consumo aumentó de un 88 a un 94% en 2019. Vale aclarar que “apto para consumo” incluye tanto a frutas y hortalizas donde la cantidad del agroquímico biocida fue “No detectable” (en contraposición a la “Ausencia total” que reza el informe extendido por el Departamento de Bromatología) como a aquellas en las que la cantidad detectada fue menor al Límite Máximo de Residuos (LMR).
Observando en detalle, estas proporciones no son comparables. Las especies de frutas y hortalizas testeadas en cada edición anual del programa varían, lo que hace imposible realizar un seguimiento del contenido en cantidad y variedad de agroquímicos biocidas en cada una de ellas.
Por ejemplo, en el informe del año 2017, se reportó que una proporción de las muestras de escarola fina excedían el LMR de agroquímicos biocidas permitidos, sin haberse detectado desvíos de uso. En el año 2019, dicho producto no se analizó, quedando sin definir si la situación mejoró o empeoró para este alimento.
Entre las hortalizas estudiadas, existen 8 ejemplos de especies que alguna vez fueron incluidas pero que no lo han sido en el último informe. En el caso de las frutas, son 8 las especies que, de manera contraria a las hortalizas, se sumaron al análisis, aunque sin antecedentes con los que poder comparar sus resultados actuales.
De esta manera, el cambio de 88 a 94% de muestras aptas pierde su peso y sentido, dejando abierto un interrogante en torno al valor de los datos recabados.
Otra cifra que se desprende del informe indica que durante 2019 se detectaron un total de 11 diferentes agroquímicos biocidas en las muestras analizadas de entre más de 80 ingredientes activos estudiados. Sin embargo, no es posible en base a los informes contrastar este dato con ningún otro año, dado que la información presentada anteriormente respecto del número de agroquímicos biocidas se refiere a lapsos de tiempo superiores a los 12 meses. Por ejemplo, entre noviembre de 2013 y julio de 2018 se habían encontrado 30 ingredientes activos diferentes entre las 1637 muestras procesadas.
A su vez, resultaría de interés contar con un mejor análisis acerca de los motivos por los cuales las muestras inaptas para consumo se encuadran en esa categoría, considerando que los excesos por encima del LMR y los desvíos de uso responden a cuestiones diferentes.
A pesar de esto, la información presentada indica que entre nnoviembre de 2013 y febrero de 2017 un 50% de las muestras no aptas correspondieron a excesos del LMR y el otro 50% a desvíos de uso, mientras que, entre abril del 2016 y marzo del 2017, un 5% se debió al primer motivo y un 95% al segundo. Como se notará, ambos períodos no son comparables en modo alguno.
Como suele suceder, un diseño analítico pobremente diseñado termina por impedir un adecuado análisis de datos. Esto se visualiza en la elaboración de “gráficos de torta” poco informativos, o en las barras de frecuencia representando valores absolutos de difícil interpretación.
BIOS propone la revisión de este tema, pues un muestreo prolijo y sistemático permitiría no sólo un análisis estandarizado -y por lo tanto sencillo- de los datos, sino también extraer valiosas conclusiones, que permitan afirmar o no que la producción frutihortícola en el Partido de General Pueyrredón va por el sendero que lleva a la protección del ambiente y la salud de los productores y consumidores.

 

BIOS