Ecuador deja su petróleo bajo tierra e interpela al extractivismo: «Es una lección para los blanquitos europeos»
En un histórico referéndum, más del 58% de los ecuatorianos votaron a favor de frenar la extracción de petróleo de una las zonas con más biodiversidad del planeta.
Ecuador eligió presidente. Luisa González, abanderada de Revolución Ciudadana, el partido del expresidente Rafael Correa, y Daniel Noboa, candidato de la derecha, disputarán una segunda vuelta para definir quién conducirá al país hasta 2025, el mandato que debería haber terminado Guillermo Lasso.
En una urna paralela a la presidencial, el pueblo ecuatoriano eligió algo más importante y trascendente que el rostro de un candidato circunstancial: el entierro de su petróleo y el freno al extractivismo fósil, la matriz productiva que está llevando al planeta al colapso climático y que, pese a los cientos de millones de dólares que ha generado en las últimas décadas, ha empobrecido a las poblaciones rurales que viven en esos territorios de sacrificio.
Más del 58% de los ecuatorianos votaron sí a que se deje indefinidamente el petróleo del Parque Nacional del Yasuní, que pertenece al bosque Amazonas (catalogada como Reserva de la Biosfera de la Unesco en 1989), una de las zonas con más biodiversidad del planeta, bajo tierra.
Es la primera vez que un país, por decisión popular, le pone un freno a su modelo extractivo. La consulta ha contado, además, con una réplica local en Quito, capital de este país sudamericano.
Los habitantes de esta enorme metrópoli votaron a favor de prohibir todo tipo de minería en el llamado Chocó Andino, una superficie de 124.296 hectáreas, codiciada por las multinacionales por si riqueza mineral.
Hace más de una década -batallas jurídicas con el Estado mediante- que una parte del pueblo ecuatoriano, representado por el colectivo Yasunidos, está en lucha por frenar la extracción de petróleo, hoy en manos de la empresa pública Petroecuador.
Existen siete bloques petroleros que se encuentran dentro de este Parque Nacional, la mayoría ya explotados. El bloque 43, también llamado ITT porque integra los campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini (162.000 hectáreas), es el único que permanece intacto.
La necesidad de preservación tiene muchas justificaciones, según explican los portavoces de este grupo. Hay una razón ambiental, expuesta con claridad en plena aceleración de la crisis climática: la insostenibilidad de un modelo extractivo basado en los combustibles fósiles.
La otra razón es, paradójicamente, económica. Según Petroecuador, la producción de petróleo (alrededor de 55.000 barriles diarios) aporta aproximadamente 1.200 millones de dólares al presupuesto general del Estado
Pero, según Yasunidos, «el dinero del petróleo no ha sacado a los ecuatorianos de la pobreza».
«No es verdad cuando se argumenta que el ITT es el fin de las miserias del país. Casi todas las ganancias se han quedado en un entramado de corrupción entre políticos y empresas petroleras, que suelen ser de capital transnacional», denuncia Pedro Bermeo, portavoz del colectivo.
Tras el triunfo del sí en el referéndum, el Estado y el nuevo Gobierno tendrán un año de plazo, según el dictamen de la Corte Constitucional, para cerrar todos los pozos del llamado bloque 43.
«¡Hoy hicimos historia! Esta consulta, nacida desde la ciudadanía, demuestra el mayor consenso nacional en Ecuador. Es la primera vez que un país decide defender la vida y dejar el petróleo bajo tierra. ¡Es una victoria histórica para Ecuador y para el planeta!», celebró la organización en sus redes sociales.
Para el ecologismo internacional, la decisión del pueblo ecuatoriano es una «bisagra» en lucha social por frenar el «ecocidio» que genera un capitalismo global que, pese al récord de proyectos de energía renovables, sigue totalmente anclado en los combustibles fósiles.
Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en las primeras semanas de julio de 2023 (el mes más caluroso a nivel global desde que se tienen registros), la demanda mundial de petróleo superó el pico mensual fijado en 2019, antes de la pandemia.
El nuevo máximo histórico del petróleo mundial asciende a unos 102,5 millones de barriles diarios, superior a los 102,3 millones de agosto de 2019.
«Ecuador siendo un ejemplo de coherencia política y medioambiental mientras España persigue ampliar regadíos, matar Doñana, extraer el litio extremeño y construir campos de golf en el desierto. Hace falta consciencia de pueblo colonizado. Aprendamos», reflexionó en su cuenta de Twitter Azahara Palomeque, escritora, periodista y doctora en Estudios Culturales por la Universidad de Princeton.
Mismo análisis hizo el científico climático Fernando Valladares: «Hay esperanza cuando se ve a todo un pueblo anteponer la conservación de la naturaleza a la explotación del petróleo. Mucha enseñanza y gran noticia para el mundo el sí al Yasuní que ha dado Ecuador. Esta vez el Norte Global no puede darles la espalda otra vez».
Según los cálculos de Ecologistas en Acción, confederación de más de 300 grupos ecologistas distribuidos por pueblos y ciudades de toda España, si el petróleo del bloque ITT permanece en el subsuelo, se ahorrarán unos 300 millones de toneladas de emisiones de CO2.
«Si el Sí a la conservación del Yasuní triunfa el 20 de agosto, la población de Ecuador sentará un precedente mundial de lo que significa asumir la responsabilidad de la preservación de la vida en el planeta en general. Ecuador, siendo un país empobrecido a nivel global, daría un ejemplo que avergüence a la Unión Europea», explicaba esta organización en la previa del referéndum.
Juan Bordera, periodista experto en emergencia climática y activista en Extinction Rebellion, explica que la decisión del pueblo ecuatoriano es una «noticia fantástica» en medio de la urgente necesidad de producir cambios estructurales para evitar un desenlace trágico a nivel civilizatorio.
En diálogo con LPO sostiene que hay varias «vías y estrategias» para romper la fuerte hegemonía política y cultural que tiene hoy el modelo de crecimiento económico basado en los combustibles fósiles (las batallas legales o la desobediencia civil, entre ellas), pero que hay una por encima del resto: «darle la palabra a la gente con información de los expertos».
«Cuando se hace eso, los resultados son muy buenos, la ciudadanía comprende la magnitud y urgencia de los cambios. En este sentido, hay pueblos que tienen mucho más claro que otros que es lo que realmente importa en este momento histórico», afirma.
Y agrega: «Muchos países de América Latina y de Asia tienen claro cuál es su verdadera riqueza, que no es que venga Chevron a explotar recursos y a imponer el extractivismo de siempre. Pueblos que consideramos desde nuestra atalaya occidental menos civilizados nos están dando una lección de civilización a los blanquitos europeos occidentales extractivistas».
La incógnita, aclara Bordera, pasa por saber cómo va asimilar y a acatar esta decisión el poderoso lobby fósil. Por lo pronto, celebra que Ecuador haya lanzado un poderoso mensaje a la comunidad internacional: «la vida vale más que el petróleo».
Fuente: Politica Online
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