FALENCIAS Y PREOCUPACIÓN POR EL PROGRAMA DE CONTROL DE RESIDUOS DE PESTICIDAS EN FRUTAS Y VERDURAS

Quien resulte electo en el próximo gobierno comunal, debe asumir la responsabilidad de hacer que el Programa de Control de residuos de pesticidas en frutas y verduras, funcione, protegiendo así la salud de los habitantes de General Pueyrredón.

En febrero de 2010, BIOS interpuso una denuncia penal por presunto envenenamiento ante la Fiscalía Ambiental UFI 11 de Mar del Plata. El motivo: los análisis de frutas y verduras en venta en el distrito, que realizamos desde BIOS con presencia de escribano, tenían alta carga de residuos de plaguicidas, datos confirmados por los análisis regulares del propio SENASA, que de modo permanente informaba al gobierno local de ese problema. Y el gobierno local ni siquiera leía las Actas de SENASA.
La conmoción que generó esa denuncia produjo un abanico de intervenciones oficiales, desde el Ministerio Asuntos Agrarios (hoy Desarrollo Agrario), el ahora Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, el propio SENASA y las autoridades locales municipales como los primeros responsables de la fila. Estos últimos se comprometieron ante la justicia a realizar el control de residuos en los vegetales de consumo a través del Programa de Muestreo y Control de Agroquímicos y Contaminantes Microbiológicos en Productos Frutihortícolas Frescos de la Municipalidad de General Pueyrredón.
Los primeros años fueron bastante intensos en cantidad de muestras, pero los registros siempre fueron irregulares, con datos difíciles o imposibles de comparar interanualmente o de ser evaluados sistemáticamente, por lo cual nunca se supo a cabalidad si los resultados eran mejores o peores que los de los años anteriores. BIOS fue revisando cada año estos números (no sin muchos obstáculos para acceder a ellos en los primeros años) y con preocupación viendo que cada vez se hace menos cantidad de análisis y que la sistematización para saber si vamos bien, aún es imposible.
Durante el año 2022, el Programa analizó un total de 248 muestras de frutas y hortalizas provenientes de mercados concentradores, supermercados y centros de distribución, quintas, centros de empaque y verdulerías, hallando un 5% de muestras inaptas para consumo, en las que se detectaron desvíos de uso o bien niveles mayores al Límite Máximo Residual (LMR) (1) de agrotóxicos como Azoxystrobin, Tebuconazole, Imazalil, Clorpirifos etil y Bifentrin.
Estos valores resultaron diferentes respecto a lo obtenido para los muestreos realizados durante 2020-2021, en donde un 13% de las muestras fueron inaptas para consumo, cuando se había detectado Clorpirifós etil, Lambdacialotrina, Azoxistrobin, Deltametrina, Carbendacin, Azinfos etil, Dimetotato, Cipermetrina, Imazalil, Bifentrin y Metalaxil-M.
Sin embargo, el carácter errático de la calidad y cantidad de los muestreos impide arribar a conclusiones exactas. Si bien las limitaciones durante el aislamiento obligatorio debido a la pandemia por SARS-CoV-2 justifican el registro de tan sólo 92 muestras durante 2020-2021, la falta absoluta de muestro entre enero y marzo de 2023 responde a los limitados recursos y escasa voluntad política con la que este Programa cuenta actualmente.
En comunicados anteriores, BIOS destacó la necesidad de que los muestreos sean representativos, tanto en número de muestras, en el número y representación de las distintas especies frutihortícolas como también en la distribución de los establecimientos analizados. En dicha oportunidad, el personal afectado a esta tarea nos expuso limitaciones en la disponibilidad de vehículos, en el número de personas involucradas y en el financiamiento de los análisis de laboratorio correspondientes. Actualmente, la ausencia de muestreos en por lo menos un trimestre completo del corriente año constituye un retroceso en un trabajo que, habiendo iniciado en el año 2012, ya debería contar con un desarrollo sólido que permita extraer información científicamente válida, para la toma de decisiones de política pública.
Recordemos que el Límite Máximo de Residuos (LMR) es el nivel que se considera oficialmente como aceptable de residuos de fertilizantes o medicamentos que puede contener un alimento. Los LMR ignoran más de 20 años de investigaciones, e ignoran si el comensal es un bebé que come sus primeros purés, si el comensal es un trasplantado con sus defensas bajas, si el comensal es un anciano, si el comensal es un atleta, si la comensal es una embarazada. Además, ignoran cuánto ha comido hoy la persona, porque los vegetales no vienen con una etiqueta que diga qué es lo que tienen y en qué cantidades lo tienen. E ignoran la sinergia que se puede producir con las combinaciones de estas sustancias. Tampoco se habla de exposición crónica, sumando la ensalada, el plato de verduras, la fruta del postre los 365 días del año a ritmo horario. En los agrotóxicos que pertenecen a la familia de los organoclorados la DOSIS NO HACE AL VENENO. Esto quiere decir que estas sustancias, apenas con moléculas que ingresen a nuestro cuerpo, actúan provocando reacciones hormonales en cascada. Y, además, se alojan en el tejido graso y pueden permanecer allí durante años.
La próxima gestión municipal, sea quienes fueren los que asuman el gobierno comunal, no puede seguir ignorando este tema que afecta e impacta a cada uno de todos los habitantes del distrito. Además del control obligatorio que hoy en gran medida se omite, es fundamental promover la reconversión agroecológica alentando y apoyando a los emprendedores, ya que en el modelo agroecológico estas preocupaciones por los tóxicos en los alimentos, desaparecen.
Esperamos que el deber de guarda de la salubridad de los habitantes, tal cual lo establece el Art 192 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, y el respeto por la vida, se conviertan en realidad.

 

BIOS Argentina
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